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Programa Compromiso
20 diciembre, 2018

Ayuda que se contagia

El CIVICO Buenos Aires realizó su jornada del Día de Hacer el Bien con actividades de reacondicionamiento en una asociación barrial de Avellaneda y en una escuela secundaria de Llavallol

Los voluntarios que se sumaron al Día de Hacer el Bien (DHB) concentraron sus esfuerzos en dos espacios que necesitaban mejoras edilicias y de mantenimiento. Junto a la comunidad y los aliados participaron de actividades que embellecen a la comunidad e incentivan a los más jóvenes a estudiar y mejorar su calidad de vida. Tanto la Asociación Vecinal Barrio Unido de Avellaneda como la Escuela Secundaria Nº 51 de Llavallol, fueron receptores de este cálido encuentro donde más de 200 personas se acercaron para colaborar.

“Los chicos están fascinados con todo lo que se hizo, desde la sala donde se dan clases de apoyo hasta el comedor, donde alimentamos a más de 50 menores. Todo fue intervenido. Además, sabemos que mejorar el club de esta manera nunca hubiese sido posible porque no contamos con los recursos para hacerlo”, cuenta Elizabeth Varela, la tesorera e impulsora de la iniciativa solidaria de la Asociación Barrio Unido de la localidad bonaerense de Avellaneda. Allí, la cuota de los socios no supera los $40 por mes y es destinada a la compra de alimentos para el comedor que funciona todas las noches dentro del predio y que en promedio alimenta a 50 niños.

La Asociación Vecinal es una de las más concurridas del barrio – casi un 85% de los chicos provienen de Villa Tranquila, un barrio marginal de Avellaneda-; también cuentan con salones para apoyo escolar, un comedor y espacios para realizar actividades deportivas, como vóley y fútbol.

“Notamos que el club estaba desmejorado y que necesitaban varios arreglos para hacer de ese lugar tan especial un epicentro de actividades para la comunidad”, explica Marcelo Bielecki, Líder de Abastecimiento de Ferrosur y voluntario de la jornada. Asimismo, cuenta que muchos de los jóvenes de la zona tenían problemas de aprendizaje, por eso allí comenzaron a dar clases de apoyo para mejorar el rendimiento escolar.

En la sala donde se llevan a cabo las clases de apoyo escolar, se hicieron escritorios nuevos y la Fundación Loma Negra donó todo el material eléctrico para instalar computadoras, que estaban en desuso. Ahora también cuentan con una biblioteca nueva, donaciones de útiles y de alimentos. En tanto, se realizaron tareas de pintura del interior y exterior del edificio así como de las rejas. “Durante el DHB los voluntarios hasta hicieron una huerta y plantaron plantines de tomates, cebollas, variedades de lechuga y ciboulette, para que incorporemos al comedor a diario y podamos autoabastecernos”, continuó Elizabeth.

Para Luciana Troncoso, coordinadora de Publicidad y Trade Marketing de Loma Negra, colaborar con el CIVICO Buenos Aires fue una experiencia única. “Me da mucha satisfacción poder ver que nuestro granito de arena se convirtió en algo tangible”, cuenta. En la Asociación Vecinal participó junto a otros voluntarios de uno de los equipos que hicieron cerca de 48 kilos de milanesas, 36 kilos de albóndigas, 600 sorrentinos, relleno para empanadas y masa para fideos para el comedor y que luego congelaron en el freezer para que los chicos las puedan consumir en los próximos meses.
Por su parte, la Escuela Nº 51 de Llavallol necesitaba ayuda para realizar el mantenimiento de la institución a la que asisten 500 alumnos del nivel secundario, donde en 2015 tuvieron que suspender las clases por problemas edilicios y falta de electricidad. “La jornada del DHB del 4 de noviembre fue una acción increíble, ya que todo se hizo en el día porque hubo una excelente coordinación y un buen manejo de los grupos de trabajo”, explica Ricardo Pica, Analista de Recursos Humanos de Lomax y uno de los voluntarios que participó de un día muy especial donde se lijaron y pintaron la mayoría de las paredes del establecimiento.

“Creo que es destacable lo que hicieron los jóvenes del último año del secundario: a las 7.30 de la mañana había más de 15 alumnos listos para comenzar a trabajar. Son personas sumamente valiosas que tienen un compromiso muy fuerte con su comunidad”, continúa Pica, quien en esta ocasión fue al DHB junto con su padre Carlos, ya jubilado de la empresa, quien tuvo a su cargo la gerencia de Recurso Humanos.

Para la directora de la institución, Mónica Guerrero, “fue una jornada a pulmón, donde también participaron varios docentes que al finalizar las tareas estaban deslumbrados con el resultado”. Desde galerías, exteriores e interiores, hasta aulas, “no hubo ningún rincón que quedara como antes, todo fue transformado para los adolescentes que cursan sus clases allí”, indica Guerrero.

Tanto para Llavallol como Avellaneda, las transformaciones fueron recibidas con los brazos abiertos por la comunidad. Las mejoras a instituciones tan importantes como las escuelas y los clubes de barrio son fundamentales para zonas del conurbano que están creciendo y buscan mejorar día a día. “Cuando alguien se interesa en lo que estamos haciendo y nos quiere ayudar, nos produce muchísima alegría, nos enseña a cuidar aún más lo que tenemos y a continuar colaborando con los que más lo necesitan”, concluye Elizabeth.